Insuficiencia motora de origen central

La parálisis cerebral infantil (PCI) se define como un trastorno no progresivo de la postura y del movimiento, secundario a una lesión o anomalía del desarrollo del cerebro que se da durante el periodo prenatal (durante el embarazo), perinatal (durante el nacimiento) o postnatal (posterior al nacimiento) y que se encuentra asociada con otros trastornos de tipo sensorial, perceptual o psicológico y persiste durante toda la vida.

En el 2018 la parálisis cerebral infantil se ha convertido en sinónimo de insuficiencia motora de origen central (IMOC), siendo estas dos un conjunto de alteraciones que comprometen el sistema motor, no son progresivas, pero si cambiantes y suelen presentarse como secuelas a un daño encefálico.

Se considera una patología que se da a nivel mundial, tiene una incidencia global aproximada de 2 a 2.5 casos por cada 1000 recién nacidos vivos. La organización mundial de la salud (OMS) en sus estudios en 2011 revela que la IMOC es la primera causa de discapacidad motora en niños a nivel mundial. Calcula que cada año más de un millón de menores que sobreviven tras sufrir asfixia durante el parto desarrollan la enfermedad, dificultades de aprendizaje u otras discapacidades. La población mundial con IMOC excede los 17 millones de personas. Indica que el 25% de los niños con IMOC nunca podrán caminar. El 75% de los casos con IMOC que pueden caminar, necesitarán algún tipo de ayuda externa y el 50% de los casos tienen problemas visuales.

¿Cuáles son las causas?

Las causas de la IMOC son muy diversas y multifactoriales, entre ellas podemos mencionar causas congénitas, genéticas, inflamatorias, infecciosas, anóxicas, traumáticas y metabólicas. Entre el 75% – 80% de los casos se deben a lesiones presentadas de forma prenatal y menos del 10% a un traumatismo significativo en el nacimiento o por asfixia.

FACTORES DE RIESGO

  • Prenatales:
    • Maternos: salud materna; alteraciones en la coagulación, enfermedades autoinmunes, hipertensión arterial, infección de vías urinarias, infección intrauterina, traumatismos, bajo peso, historia de embarazos, abortos y partos, diabetes, cuidados prenatales; ingesta de ácido fólico. Uso y/o abuso de sustancias (alcohol, tabaco, drogas psicoactivas), edad materna, labor de parto prematuro, ecografía, amniocentesis, estilo de vida; alimentación, ejercicio, estatus socioeconómico, etc.
    • Alteraciones en la placenta: trombosis, cambios vasculares crónicos, infección.
    • Fetales: embarazo múltiple, malformaciones, restricciones del crecimiento intrauterino (RCIU), oligo o polihidramnios (disminución o aumento en la cantidad de líquido amniótico), patrón de movimiento fetal.
  • Perinatales:
    • Maternos: fiebre, hipoglucemia, problemas de la placenta; placenta previa, desprendimiento prematuro, insuficiencia placentaria. Ruptura prolongada de membranas, infección materna (VIH, VPH, estreptococos del grupo B).
    • Fetales: prematuridad, bajo peso, infección del sistema nervioso central o sistémica, hiperbilirrubinemia, hemorragia intracraneal, encefalopatía hipóxico-isquémica, traumatismos de alto impacto. Pérdida de movimiento fetal.
  • Postnatales: Meningitis, encefalitis, traumatismo craneoencefálico, crisis convulsivas, paro cardio-respiratorio, intoxicación, deshidratación grave, peso y talla.

Manifestaciones clínicas

De acuerdo con la Asociación de atención a la parálisis cerebral en España (ASPACE) las personas con dicha enfermedad manifiestan una amplia variedad de consecuencias en diferentes ámbitos: motor, lenguaje y comunicación, cognitivo, sensorial, afectivo-social, bienestar y salud.

Motor:

·         Respuestas motoras exageradas.

·         Movimientos rígidos, bruscos, lentos y/o pobres.

·         Posturas anómalas o atróficas.

·         Movimientos involuntarios, voluntarios serpenteantes y/o rotatorios.

·         Hipertonía o hipotonía (alteraciones del tono muscular).

·         Alteraciones del equilibrio, dismetría, temblor.

·         Imposibilidad para hacer movimientos opuestos a la vez.

·         Riesgo de deformidades osteotendinosas.

·         Dificultades oroalimenticias.

Lenguaje y comunicación:

·         Trastornos en la emisión de voz.

·         Alteraciones en el ritmo.

·         Ausencia de articulación.

·         Exceso de mímica al hablar.

·         Dificultades en la comprensión, adquisición de conceptos básicos, vocabulario reducido.

·         Retraso en la adquisición del lenguaje o adquisición más lenta.

·         Alteraciones fonológicas, morfosintácticas, semánticas.

·         Dificultades en lecto-escritura.

·         Escaso interés por comunicarse, pasividad, no utilización de estrategias comunicativas.

Cognitivo:

·         La capacidad intelectual puede ser normal o disminuida en diferentes niveles (leve, moderado, severo o profundo).

·         Dificultades en la percepción: posición en el espacio, relaciones espaciales, construcción del esquema corporal, adquisición de conceptos espacio-temporales.

·         Dificultades en la concentración, dispersión del pensamiento, nivel de fatigabilidad alto, impulsividad y dificultades de aprendizaje.

·         Dificultades en la memoria perceptivo-sensorial, memoria motriz, verbal-lógica, memoria a corto y largo plazo.

Sensorial:

·         Hipoacusia perceptiva, hipo o hipersensibilidad al sonido, alteraciones funcionales.

·         Ambliopía (capacidad visual disminuida debido a un desarrollo anormal) y ceguera, trastornos en el campo visual, agudeza visual, dificultades para centrar la mirada, seguir objetos, defectos óculo-motores o de coordinación, alteraciones funcionales.

·         Elevación o disminución del umbral mínimo de percepción, alteración de la respuesta a los cambios de temperatura, dolor o presión, a la estimulación táctil, agnosia táctil (dificultad para identificar objetos a través del tacto).

Afectivo-social:

·         Dependencia, bajo nivel de autonomía, reducción de la calidad y cantidad de interacciones sociales, pobres habilidades sociales, desinterés por las relaciones sociales, escasa motivación.

·         Umbral bajo de frustración, infantilismo, inmadurez, sentimientos de fracaso, baja autoestima, labilidad emocional (cambios repentinos en el estado de ánimo), estados depresivos, crisis de ansiedad, alteración de las relaciones emotivas con los demás.

·         Hiperactividad, rigidez, conductas de agresión y autoagresión, conductas disruptivas.

·         Alteraciones en la conducta de alimentación y sueño.

Bienestar y salud:

·         Dificultades en el aparato digestivo: en la deglución, estreñimiento, gases, dificultad para control de esfínteres.

·         Alteraciones dentofaciales, alteraciones en la mordida, caries.

·         Alteraciones en el sistema respiratorio: respiración bucal, ataxia, aumento de secreciones, infecciones.·         Alteraciones del sistema nervioso: crisis epilépticas.

Tipos de IMOC

·         Espástica: lesión que suele localizarse a nivel de la corteza cerebral, centrada en las áreas motoras, lo que produce un aumento de tono muscular (hipertonía) acompañada de un incremento en los reflejos (hiperreflexia), por tal motivo los movimientos que se realizan son bruscos e involuntarios.

Esta se sub-clasifica en: hemiplejía (afectación en un lado del cuerpo o hemicuerpo), diplejía (afectación de dos miembros del cuerpo), cuadriplejía (afectación de cuatro miembros del cuerpo).

·         Discinética: se da cuando existe lesión a nivel extrapiramidal, se caracteriza por movimientos bruscos e involuntarios, este tipo de parálisis cerebral tiene un 60%-70% de relación al riesgo perinatal.

Se puede sub-dividir en: atetosis (movimientos lentos), corea (movimientos abruptos, torpes), coreoatetosis (mezcla entre corea y atetosis), distonía (movimientos lentos y rítmicos, cambios en el tono).

·         Atáxica: se produce cuando existe lesión a nivel del cerebelo, su característica principal es la pérdida o la imposibilidad de mantener el equilibrio, puede existir temblor, problemas en los movimientos rápidos, frecuente marcha inestable, por ende, una base de sustentación amplia.

·         Hipotónica: bajo tono muscular, aumento de reflejos (hiperreflexia), es una presentación poco frecuente.

·         Mixta: es raro encontrar una presentación pura, se dice que casi todas son mixtas, es decir una combinación entre dos o más tipos.

Tratamiento

El tratamiento es multidisciplinario y depende de factores como la neuroplasticidad, la extensión de la lesión neurológica, el núcleo familiar y las metas planteadas. La identificación precoz por parte del personal de salud es indispensable para mejorar la función neurológica ya que la intervención temprana puede optimizar la neuroplasticidad, reducir el tiempo de diagnóstico desde los 12-24 meses a menos de 6 meses por medio de neuroimagen y evaluación neurológica estandarizada.

En líneas generales la gestión del trastorno motor debe ser individualizado, guiado a través de las escalas de valoración funcional y previniendo alteraciones musculoesqueléticas secundarias.

La ortopedia, pediatría, fisioterapia, neurología, foniatría, psicología, son las principales áreas de intervención para un paciente con IMOC y su núcleo familiar.

La fisioterapia tiene como objetivo el desarrollo máximo de la función física, social y profesional de una persona con IMOC, también implica la educación de los padres o cuidadores de los pacientes. Por tanto, la fisioterapia ayuda a disminuir las complicaciones presentes como resultado de las alteraciones neuromusculares del niño.

El ejercicio terapéutico ayuda al niño a aprender a sentarse, pararse, caminar y usar sus extremidades superiores e inferiores para mejorar dicha condición. El niño también aprende a usar su potencial restante para compensar los movimientos que no puede realizar.

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