Es un trastorno neuromuscular que ocasiona alteraciones en el movimiento de los músculos de la cara, en la secreción de saliva, lágrimas, sentido del gusto, etc.
Esta disfunción del VII par craneal (nervio facial), provoca la incapacidad de controlar los músculos faciales, teniendo consecuencias psicológicas y funcionales en el paciente. Los pacientes con parálisis facial pueden presentar síntomas que van desde la asimetría en el reposo, cierre ocular incompleto, dificultad de movimiento de los músculos faciales, dificultad en la alimentación y la disminución del gusto en los dos tercios anteriores de la lengua. Adicionalmente a los problemas funcionales, estos pacientes pueden experimentar consecuencias psicosociales y tener un impacto importante en la calidad de vida.
El nervio facial es mixto por lo que sus fibras se dividen en:
· 58% Motoras: se encarga de la mímica facial, reflejo corneal en ojo y reflejo estapedial en el oído.
· 18% Sensitivas: dan la sensibilidad a la piel del pabellón auricular, conducto auditivo externo, así como la información gustativa de los dos tercios anteriores de la lengua.
· 24% Parasimpáticas: función secretora de las glándulas faríngeas, submandibulares y lagrimales.
Tipos de parálisis facial:
Central: se da por afectación del sistema nervioso central SNC. Afecta el movimiento voluntario de la parte inferior de la cara, del lado contrario a la lesión en SNC, no se suelen afectar los músculos frontales y orbiculares de los párpados o si se afectan es en menor grado.
Congénita: una afectación congénita es la que se presenta durante el embarazo o al nacimiento del bebé. Este grupo se caracteriza por anormalidades en el ojo, párpado y/o movimientos faciales, referidos como desórdenes craneales congénitos.
Periférica: también llamada parálisis de Bell es causada por la afectación aguda del nervio facial (VII par craneal) a nivel periférico. Origina pérdida del movimiento voluntario en todos los músculos faciales del lado afectado, es la más común de las parálisis.
Cada año, aproximadamente 40000 personas presentan parálisis facial periférica, tanto hombres como mujeres, predominantemente en el rango de 15 años a 50 años de edad. Hay grupos con mayor susceptibilidad a presentar parálisis facial periférica, como son, mujeres embarazadas, adultos mayores, personas con diabetes mellitus, hipotiroidismo o enfermedades respiratorias agudas superiores.
En determinadas épocas del año existe tendencia al aumento de la enfermedad, que aparece en forma de brotes epidémicos, provocados por cambios bruscos de temperatura; por ello se denomina parálisis facial a frigore.
Mencionamos algunas causas de parálisis facial:
Traumáticas: fracturas de la base del cráneo, traumatismos faciales, heridas penetrantes de oído medio.
Centrales: tumores, enfermedad cerebro vascular isquémica, entre otras.
Tóxicas: alcoholismo, intoxicación por arsénico, monóxido de carbono, etc.
Neurológicas: neuropatías hereditarias hipertróficas, esclerosis múltiple, Guillain-Barré, entre otros.
Neoplásicas: tumores del nervio facial, leucemia, meningioma, hemangioma del tímpano, etc.
Infecciosas: otitis externas, otitis medias, mastoiditis, encefalitis, herpes zoster cefálico, poliomielitis, sífilis, tuberculosis, etc.
Iatrogénicas: bloqueo anestésico mandibular, suero antitetánico, vacuna antirrábica, cirugía parotídea, cirugía mastoidea, entre otras.
Metabólicas: diabetes, hipertiroidismo, embarazo, hipertensión.
Otras: síndromes autoinmunes, amiloidosis, arteritis temporal, osteoporosis, etc.
Generalmente los pacientes que presentan parálisis facial periférica comienzan a recuperarse dentro de las 3 primeras semanas después del inicio de la enfermedad, se reportan estudios que muestran una recuperación completa en un 75% – 84% de los casos en 6 meses; el resto de los pacientes, no logran recuperar la totalidad de la función motora, presentando secuelas moderadas o severas debido a una mala evolución, así como la regeneración incompleta o aberrante del nervio. Las secuelas post-paralíticas que se presentan comúnmente son: sincinesia (es un movimiento involuntario, asociado a un movimiento voluntario), espasmo posparalítico, síndrome mioclónico secundario (contracción muscular involuntaria) y lagrimeo, que afectan en grado variable la simetría y funcionalidad facial.
El uso de fisioterapia se ha practicado extensamente desde hace más de 5 décadas. Las terapias son variadas y continúan evolucionando, utilizándose diferentes técnicas, entre ellas: electroterapia, kinesioterapia, termoterapia, masaje, etc.
El objetivo de la rehabilitación muscular consiste en mejorar y/o aumentar las señales de activación diferencial de los músculos afectados, basados en el patrón de despolarización y repolarización de las fibras nerviosas (excitación e inhibición) y llegar a la simetría facial.
Es de suma importancia una anamnesis y exploración física exhaustiva para poder llegar al diagnóstico adecuado y a un tratamiento certero y efectivo para cada paciente.
Para el manejo de la parálisis facial es importante darle un enfoque multidisciplinario integrado por un equipo de profesionales como: neurólogo, oftalmólogo, otorrinolaringólogo, fisioterapeuta y psicólogo principalmente para cubrir las necesidades individuales de cada paciente.
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